Escritos literarios 45. Tesoros que buscan hueco en las bibliotecas

 

Tesoros que buscan hueco en las bibliotecas

 

Francis Bacon trata de unir en «La sabiduría de los antiguos» los más remotos hontanares del mito con la ciencia moderna

 

 

La sabiduría de los antiguos

Francis Bacon

Editorial Tecnos,  Madrid, 2014, 122 páginas

 

Para que haya libros ha de haber proyectos editoriales voluntaristas y para que estos se sustenten habrán de tener lectores efectivos. ¿Qué sería de un libro no leído?

Sin embargo, mi argumentación no va dirigida a loar la reedición de best seller ni la proliferación de libros demandados.

Recuerdo cómo en una reunión para fijar criterios en la biblioteca del centro donde trabajo oí que tan importante como la adquisición de libros era el arte del expurgo, que debía estar basado, ¡claro!, ¿claro?, en la eliminación de los menos utilizados: el espacio obliga.

Con frecuencia uno no se apercibe de que el valor de la democracia no está solamente en la defensa del principio de la mayoría: ¿qué sería de la democracia sin la protección que procura, bajo un criterio justo, a las múltiples minorías?

Del mismo modo, el valor de un libro en una biblioteca no vendría dado solo por sus muchos lectores sino porque en él se haya guardado efectivamente algún tesoro. Sin lugar a dudas yo mantendría un libro que solo fuera a ser consultado una vez cada cien años por un investigador que lo necesitara para cerrar su pesquisa, mientras que expurgaría, si fuera preciso, un libro muy solicitado, que se puede siempre adquirir en mil lugares.

En la defensa de obras «en trance de desaparecer», la editorial Tecnos sostiene un proyecto valiente y loable. Al lado de libros más o menos solicitados en la república de las letras, se percibe una importante búsqueda de edición de textos de rara lectura, pero que son importantes más allá de lo estrictamente divulgativo o masivo o rentable. Así, junto a autores bien consagrados, como el imprescindible Nietzsche, de quien nos alegramos ver las «Obras completas» (Tecnos, 2011-2014), en edición española a cargo de Diego Sánchez Meca y un equipo de especialistas ―acaba de aparecer el volumen III, Obras de madurez I, a la espera del último volumen, IV, en preparación―, disfrutamos de autores importantes del siglo XVII, como  Thomas Hobbes, de quien se recuperan textos menos conocidos como el «Diálogo entre un filósofo y un jurista» (Tecnos, 2013), con cuya lectura profundizamos en la clarificación del concepto de soberanía. O avanzamos hacia la Ilustración Escocesa con Thomas Reid, en los «Ensayos sobre los poderes activos de la mente humana» (Tecnos, 2013), para comprobar cómo la filosofía del «sentido común» del siglo XVIII se resiste a que se diluya el «yo sustantivo personal» y fuente religiosa de la moralidad del alma sustancial, frente a la amenaza de su desaparición a manos del agnóstico Hume, contemporáneo suyo.

Volviendo hacia atrás en la historia, nos sorprendemos con «La naturaleza según sus propios principios» (Tecnos, 2013), del renacentista italiano Bernardino Telesio, que en 1570 pretende denodadamente salir del modelo físico omnipresente de Aristóteles, a través de un camino que quedará varado en un naturalismo pansensista pero que dará constancia de la lucha por hallar un nuevo método de conocimiento. Pocas décadas después, en los albores de la filosofía moderna, Francis Bacon tendrá más acierto en la búsqueda de ese método capaz de superar tanto la Escolástica y el Peripato como la alquimia. Pero en contra de una visión simplificada sobre la aportación de este filósofo inglés, pues no solo se esforzó en el «Novum Organum» (Tecnos, 2011) y en la «Nueva Atlántida» (Akal, 2006 y Losada, 2013) por conducir el método de la ciencia (en los años en que Galileo, Kepler y Descartes construían de facto la ciencia moderna) por sendas que no quedaran agotadas ni en el empirismo de las hormigas ni en el racionalismo de las arañas, ni se agarrotaran ya en los escollos de las distinciones (las rocas de Escila) ya en las vorágines de los universales (el mar que engulle de Caribdis), sino que además trabajó para mostrar que las primeras raíces de la ciencia se hallaban en la más remota sabiduría, depositada en la misma mitología. En este contexto preciso, Bacon escribe «La sabiduría de los antiguos», que dedica a recrear treinta y un mitos greco-romanos, vistos como parábolas en las que los axiomas de la política y de la moral lo mismo que los principios del conocimiento racional se fraguaron al fuego de alegorías misteriosas sobre la naturaleza y la condición humana, donde Orfeo, Proteo, Ícaro, Prometeo, Dionisio... no son sino símbolos profundos, respectivamente, de la Filosofía, la Materia, el Exceso, la Providencia, el Deseo..., según leemos en Tecnos, 2014, con un estudio preliminar en manos de una especialista, Silvia Manzo, siguiendo el estilo de esta editorial.

Esta obra sobre los mitos antiguos, que puede interesar a un lector muy diverso, ya porque busque documentación sobre mitos ya porque pretenda profundizar en los albores de nuestro mundo moderno (científico-tecnológico), nos ofrece un esfuerzo importante por conectar los más remotos hontanares de la civilización humana ―falsamente interpretados en clave de oscura irracionalidad mitológica― con las nuevas metodologías en ciernes de la ciencia moderna.

Si en el siglo XX, James Frazer, con su «rama dorada»,  y G. S. Kirk, con sus estudios de mitología griega, deshicieron el abismo entre magia-mitos «irracionales» y saberes civilizados («racionales»), o Husserl y la fenomenología subsiguiente, con su indagación en las estructuras intencionales, pusieron en contacto el reino racional del concepto («eidos» científico) con el de la «phantasía» («racionalidad» profunda), ya en 1609, nuestro político renacentista con vocación de filósofo moderno intuyó también la unión profunda de esos dos reinos, demasiado simplistamente a menudo descoyuntados. Pero sin caer groseramente en las indiscriminadas mezcolanzas de las supersticiosas pseudociencias. No en vano, lo mismo Feijoo que Jovellanos que la práctica totalidad de mentes bien cultivadas hasta hoy respetan con asombro la obra de Bacon de Verulam. 

 

Publicado en: 

La Nueva España, Suplemento Cultura nº 1079, pág. 7, Oviedo, jueves,  5 de febrero de 2015. [Reseña y comentario crítico sobre La sabiduría de los antiguos, de Francis Bacon, Editorial Tecnos,  Madrid, 2014, 122 páginas]

 

Etiquetas: Francis Bacon. Mitología. Ciencia. Filosofía. Bibliotecas.