Xavier Zubiri. La soledad sonora. Una biografía inmensa

 

                                                                     

 

«Xavier Zubiri. La soledad sonora»es la biografía «inmensa» que acaba de publicar Taurus (marzo, 2006). Decimos «inmensa», por su amplitud en el tiempo (1898-1983), por sus 917 páginas –en absoluto pesadas-, por las distintas capas que enriquecen su contenido y por la calidad, erudición y aparato crítico utilizado por sus autores: Jordi Corominas y Joan Albert Vicens.

 

Entre sus múltiples pliegues, no sólo se aborda el recorrido biográfico del filósofo donostiarra, sino además la historia de España y su contexto europeo del siglo XX, y las referencias a la propia filosofía de este gran metafísico contemporáneo en controversia con las corrientes de su época.

 

Todo gran filósofo debería tener una gran biografía, a la altura de su talla intelectual, para así hacerle justicia. Zubiri ya la tiene. Hace veinte años, su esposa, Carmen Castro –hija de Américo Castro- compuso ya «Xavier Zubiri: Breve recorrido de una vida»(Amigos de la Cultura Científica, Santander, 1986) que supone un interesante acercamiento desde la proximidad que da la vida en común y la connivencia de tantos proyectos compartidos (Xavier y Carmen se conocen en Berlín, el 10 de diciembre de 1930 cuando el filósofo es un cura de 32 años y acaba de pronunciar una conferencia: «Pascal y el pensamiento español del siglo XVI»). Pero sin minusvalorar la cálida biografía de su mujer –la boda se celebra el 23 de marzo de 1936, en Roma, en un acto prácticamente secreto, meses antes de que estallara la desoladora guerra civil española, en una Europa tensa y revuelta, que «preparaba» ya la segunda guerra mundial-, nos encontramos ahora con un recorrido pormenorizado en este «Xavier Zubiri. La soledad sonora», analizado esmeradamente, sin que haya, parece, una sola frase gratuita, que no esté bien articulada en el contexto intelectual, ideológico, político y religioso en el que nos hallamos y que no responda a una seria investigación sobre las fuentes directas o los fondos documentales bien contrastados, como dan fe los centenares de notas críticas que ocupan las ciento treinta densas páginas a ello dedicadas. J. Corominas y J. A. Vicens han hecho un muy serio y trabado trabajo.

 

De lectura obligada para los seguidores de la filosofia zubiriana, porque encontrarán muchas claves que les ayudará a entenderla mejor; pongamos como ejemplo, la escisión entre la vida religiosa y la intelectual en que se debate durante su primera etapa, alternativa que vive no armónicamente sino de manera muy conflictiva, casi incompatible. Podrán recrearse aquí, con la ventaja de una lectura relajada -no la abstrusa, abstracta y difícil de sus ensayos- en lo esencial de sus obras:  «Naturaleza, Historia, Dios» (1944); «Sobre la esencia» (1962); «Inteligencia sentiente» (1980).

 

De lectura muy aconsejable para los que gustan de la historia contemporánea de Europa y de España, del ambiente intelectual español de las primeras décadas del siglo XX, seguida posteriormente por la deriva bifronte en la que va a precipitarse España, entre el exilio exterior y el «tiempo de silencio» interior –silencio sólo en un nivel de apariencia porque también será productivo el trabajo intramuros, entre ellos el de Xavier Zubiri, en esa «soledad sonora».

 

De lectura para simples curiosos, ávidos de conocer el tiempo que nos ha tocado vivir, puesto que a pesar de la riqueza de referencias y de la multiplicidad de claves que abre (sobre la sociedad, la política, el pensamiento, cuestiones filosóficas y teológicas, problemas en el seno de la Iglesia, y sobre muchos nombres propios que se cruzan con la de nuestro personaje: Eugenio Ímaz, Juan Zaragüeta, Husserl, Unamuno, Ortega y Gasset, José Gaos, Julián Marías, Gregorio Marañón, José Bergamín, Heidegger, Maritain, Laín Entralgo...) su lectura mantiene el interés de la crónica histórica y biográfica, salpicada de anécdotas curiosas, simpáticas y dramáticas, e hilvanada cronológicamente con una trama vital bastante más sugeridora y sugestiva que muchas obras de ficción.

 

Este «inmenso» estudio biográfico se estructura siguiendo las tres etapas que el mismo Zubiri reconoció en su vida: su periodo de formación (1898-1931), en el que predomina la influencia fenomenológica de la filosofía alemana. La construcción de una filosofía propia (1931-1945) o etapa ontológica, que tiene su culmen en «Naturaleza, Historia, Dios». Y la última fase o etapa metafísica (1945-1983), en la que el filósofo español se rectifica a sí mismo preocupado en construir un sistema radical y original.

 

Quienes nos hallamos en latitudes filosóficas distantes de las de Zubiri -tanto como lo está el materialismo del espiritualismo-, reconocemos en el pensador vasco al más grande metafísico español de los últimos tiempos, parangonable con los grandes de su estirpe, con el mismo Heidegger, sin que la comparación resulte atrevida, muy al contrario.

 

Se trata, además, de una metafísica sumamente sutil, además de renovada, que ha sabido situarse en la misma frontera en la que la ciencia y la teología ensayan un puente de contacto. Zubiri fue, como filósofo, gran teólogo moderno, pero no menos fue también un atento seguidor de la investigación matemática, física y biológica más avanzada de su tiempo. Todo esto rezuma aquí y allá –sin recaer nunca en pesadas digestiones- a lo largo de los centenares de páginas de esta biografía, dimensiones que no abruman sino que, como en un bosque, se agradece su frondosidad.

 

SSC

 

20 de abril de 2006

 

Publicado en: «La soledad sonora. Una biografía inmensa (Zubiri)», La Nueva España, Suplemento Cultura nº 724, pág. V,  Oviedo, jueves, 20 de abril de 2006.