¿Para qué sirve la filosofía?

 

¿Para qué sirve la filosofía?

Es obvio que la filosofía ha de servir para muchas cosas, de igual modo que tantas otras disciplinas. Sin embargo, algunos creen confusamente que puede reducirse su utilidad a una mera mirada lánguida sobre nuestro pasado cultural; una mirada para tarea de unos pocos especialistas.

Es bastante obvio también que el cultivo de un sano espíritu filosófico ―por definición, crítico― ha de ser bien visto al lado de la defensa de las ciencias, las artes, las actividades lúdicas y el libre ejercicio de las opiniones... aunque, un mundo que ha globalizado ya sus relaciones económicas esté muy lejos de «globalizar» también ese cultivo del espíritu filosófico. La razón crítica sigue siendo una tarea de minorías y ¿ha de seguir siéndolo?

Y parece que se vuelve muy difícil determinar en concreto qué peso específico ha de tener la filosofía en el sistema educativo. Llevamos varias décadas en España en las que va perdiendo paulatinamente espacio en la enseñanza. A pesar de que, según la UNESCO, la filosofía debería formar parte de una educación generalizada en todas las naciones.

La función educativa habrá de ir ligada a la competencia por la que se apueste para el conjunto de la ciudadanía. La gran mayoría no se dedicada profesionalmente al análisis de las ideas, pero ¿es preciso poseer no obstante una información básica sobre las principales cuestiones filosóficas ―que son las cuestiones de nuestra civilización―? ¿Qué criterio puede llevarnos a decir que no?

El tipo de educación de un país está directamente ligado al tipo de ciudadano que se pretende formar. A lado de las ideologías, las asociaciones, las corrientes de opinión y los medios de comunicación, ¿ha de tener algún papel la filosofía? Un papel que debería ser menos partidista y más racionalista, sin dejar de ser comprometido. ¿El nivel de las opiniones cruzadas y de las ideologías enfrentadas es suficiente por sí mismo? El Estado ¿no ha de tratar de formar ciudadanos bien informados y satisfactoriamente entrenados a no dejarse engañar y a no autoengañarse fácilmente? ¿No sería preciso apelar para conseguir esto a la filosofía?

Proponemos una disertación que recorra alguna de las problemáticas suscitadas en torno a este problema: sobre los distintos niveles y las diferentes perspectivas que pueden mantenerse en relación a la utilidad de la filosofía. Y que dentro de esos análisis se proyecte un rayo de luz que ilumine parte de la problemática o que incluso se establezca una tesis global bien fundada.

 

Una muestra de frases breves de filósofos puede sugeririnos algo o animarnos a seguir buscando en textos más densos (más abajo):

 

SÓCRATES:

 

Conócete a ti mismo.

 

Solo sé que no sé nada. La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia.

 

Quien obra mal es por ignorancia.

 

PLATÓN:

 

No entre aquí, en la Academia, quien no sepa geometría.

 

La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo.

 

La obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo.

 

ARISTÓTELES:

 

Amigo de Platón, pero más amigo aún de la verdad.

 

Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.

 

DESCARTES:

 

Pienso, luego existo.

 

Vivir sin filosofar es, propiamente, tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás.

 

La filosofía es la que nos distingue de los salvajes y bárbaros; las naciones son tanto más civilizadas y cultas cuanto mejor filosofan sus hombres.

 

SPINOZA:

 

Deus sive Natura (Dios o Naturaleza: es lo mismo).

 

Cualquier cosa que sea contraria a la naturaleza lo es también a la razón, y cualquier cosa que sea contraria a la razón es absurda.

 

VOLTAIRE:

 

Daría mi vida por defender la libertad de pensar del mayor de mis enemigos.

 

Proclamo en voz alta la libertad de pensamiento y muera el que no piense como yo.

 

JOVELLANOS:

 

La educación es un valor insustituible en cualquier noble objetivo personal o social.

 

Sólo falta el tiempo a quien no sabe aprovecharlo.

 

Amigo mío, la Naturaleza ha dado a cada hombre un estilo, como una fisonomía y un carácter. El hombre puede cultivarla, pulirla, mejorarla, pero cambiarla, no.

 

KANT:

 

Atrévete a pensar, atrévete a salir de la minoría de edad.

 

No se puede aprender filosofía, tan solo se puede aprender a filosofar.

 

El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca.

 

La felicidad no es un ideal de la razón, sino de la imaginación.

 

La libertad es aquella facultad que aumenta la utilidad de todas las demás facultades.

 

HEGEL:

 

¿Existe Dios? Todavía no.

 

Nada grande se ha hecho en el mundo sin una gran pasión.

 

El drama no es escoger entre el bien y el mal, sino entre el bien y el bien.

 

Quien todo lo desea no quiere nada en realidad, y nada consigue.

 

MARX:

 

Trabajadores del mundo, uníos, no tenéis nada que perder excepto vuestras cadenas.

 

El motor de la historia es la lucha de clases.

 

El poder político es simplemente el poder organizado de una clase para oprimir a otra.

 

Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo.

 

NIETZSCHE:

 

Dios ha muerto.

 

 

ÓSCAR WILDE:

 

Experiencia es el nombre que damos a nuestras equivocaciones.

 

Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo.

 

La única ventaja de jugar con fuego es que aprende uno a no quemarse.

 

HUSSERL:

 

Cuando juzgamos, valoramos o pretendemos algo no construimos un simple fantasma vacío o imaginario en nuestra conciencia, sino que se construye algo más: una experiencia en el curso de una corriente intencional en la que vivimos.

 

Las conexiones de las verdades son distintas de las conexiones de las cosas, que son "verdaderas" en aquellas.

 

RUSSELL:

 

Carecer de algunas de las cosas que uno desea es condición indispensable de la felicidad.

 

El ser capaz de llenar el ocio de una manera inteligente es el último resultado de la civilización.

 

WITTGENSTEIN:

 

Nada es tan difícil como no engañarse.

 

Siempre es bueno en filosofía plantear una pregunta en lugar de dar una respuesta a una pregunta. Pues una respuesta a una pregunta filosófica fácilmente puede resultar incorrecta; no así su liquidación mediante otra pregunta.

 

POPPER:

 

Por lo tanto, debemos reclamar, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes.

 

Tenemos que hacer planes para la libertad, y no sólo para la seguridad, por la única razón de que sólo la libertad puede hacer segura la seguridad.

 

SARTRE:

 

Estamos condenados a ser libres.

 

El hombre nace libre, responsable y sin excusas.

 

 

Merlea-Ponty:

 

Por estar en el mundo estamos condenados al sentido.

 

 

Foucault:

 

Es feo ser digno de castigo, pero poco glorioso castigar.

 

 

Deleuze:

 

Un filósofo no es solamente alguien que inventa nociones, también inventa maneras de percibir.

 

 

Bueno:

 

Mayor basura que la Bolsa no cabe imaginar en la evolución de la humanidad.

 

 

La cultura selecta es el opio del pueblo democrático.

 

El materialismo histórico de Marx es tan importante, que no asimilarlo es como ser precopernicano.

 

El alma humana es el campo virgen que, mediante la ocupación y el aprendizaje, se cultiva y adquiere unos hábitos que se sobreañaden a su naturaleza.

 

El hundimiento de la URSS ha roto el  marxismo y el capitalismo; al final de este siglo, todo es diferente.

 

Hay misión de futuro para España. Hay que elegir entre ser español o no.

 

Un español no puede ser neutral al hablar de España.

 

Se suele oponer Europa a España, pero España es Europa antes que otras muchas naciones.

 

Lo importante históricamente es que España no pudo seguir la ruta del capitalismo industrial porque estaba ocupada en organizar toda América, todo el mundo casi.

 

La unidad del territorio español depende de Europa.

 

Los nacionalismos surgen del resentimiento.

 

Cada pueblo tiene la televisión que merece.

 

Quien se crea un sabio no es más que un impostor.

 

 

Una muestra de textos con mayor densidad puede servirnos de inspiración o de fuente de referencia para analizar, profundizar, consolidar o hacer más consistente nuestra posición al respecto.

Sumario de autores (a título de ejemplificación y de invitación a seguir buscando otros autores):

 

Gustavo Bueno (1924-  ).

Friedrich Nietzsche (1844-1900).

Karl Marx (1818-1883)

Albert Camus (1913-1960).

Miguel de Unamuno (1864-1936).

Michel Foucault (1926-1984).

Deleuze (1925-1995).

Jean Baudrillard (1929-2007)

Jovellanos (1744-1811)

Platón (427-347).

Aristóteles (384-322).

Cicerón (106-43).

Diógenes Laercio (s. III d. C.).

 

Filosofía cristiana medieval

(Especializada en la idea de Dios: del monoteísmo cristiano) puede servir no tanto como fuente doctrinal cuanto para reflexionar críticamente sobre esta problemática:

Agustín de Hipona (354-430)

Tomás de Aquino (1224-1274)

Juan Duns Scoto (1265-1308)

 

Otros autores:

Victoria Camps (…)

 

 

Gustavo Bueno (1924-  ) es uno de nuestros filósofos modernos que con más seriedad y profundidad han analizado el problema del valor de la filosofía. Defiende que la filosofía forma buenos ciudadanos (cívica y ética), sirve de freno ideológico para todo tipo de fundamentalismo religioso, político e incluso científico (cientificismo), y para promover la reflexión y el pensamiento crítico. Puede consultarse: http://www.fgbueno.es/

 

Gustavo Bueno (¿Qué es la filosofía?, Pentalfa, 1995):

¿Qué es la filosofía? Muchos se dan por satisfechos con la respuesta etimológico-psicológica: es el amor al saber. Como si el amor o el deseo de saber tuviera que ser, por sí mismo, filosófico, siendo así que casi siempre el deseo de saber es de índole práctica, tecnológica o científica, y muchas veces frívola curiosidad o curiosidad infantil; y como si la filosofía no fuese también algo más que un mero amor al saber, es decir, como si la filosofía no comportase por sí misma un saber, por modesto que sea.

En cualquier caso, el saber filosófico no es un saber doxográfico, un saber del pretérito, un saber acerca de las obras de Platón, de Aristóteles, de Hegel o de Husserl. El saber filosófico es un saber acerca del presente y desde el presente. La filosofía es un saber de segundo grado, que presupone por tanto otros saberes previos, «de primer grado» (saberes técnicos, políticos, matemáticos, biológicos...). La filosofía, en su sentido estricto, no es «la madre de las ciencias», una madre que, una vez crecidas sus hijas, puede considerarse jubilada tras agradecerle los servicios prestados. Por el contrario, la filosofía presupone un estado de las ciencias y de las técnicas suficientemente maduro para que pueda comenzar a constituirse como una disciplina definida. Por ello también las Ideas de las que se ocupa la filosofía, ideas que brotan precisamente de la confrontación de los más diversos conceptos técnicos, políticos o científicos, a partir de un cierto nivel de desarrollo, son más abundantes a medida que se produce ese desarrollo. [...]

La respuesta a la pregunta ¿qué es la filosofía? sólo puede llevarse a efecto impugnando otras respuestas que, junto con la propuesta, constituya un sistema de respuestas posibles; porque el saber filosófico es siempre (y en esto se parece al saber político) un saber contra alguien, un saber dibujado frente a otros pretendidos saberes.

Lo que quiere decir que prácticamente es imposible responder a la pregunta ¿qué es la filosofía? si no es en función de otros saberes que constituyen las coordenadas de una educación del hombre y del ciudadano.

 

Friedrich Nietzsche (1844-1900):

 

Los grandes problemas están en la calle.

 

Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti.

 

Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los "cómos".

 

Sin música la vida sería un error.

 

Karl Marx (1818-1883):

 

«Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo».

 

Albert Camus (1913-1960):

«Hay, por lo tanto, dioses de luz e ídolos de barro. Pero es el camino medio que lleva a los rostros del hombre lo que se trata de encontrar.» (Albert Camus: El mito de Sísifo, Alianza Editorial, Madrid, 1988, pág. 136).

Albert Camus (1913-1960):

«Se ha comprendido ya que Sísifo es el héroe absurdo. Lo es tanto por sus pasiones como por su tormento. Su desprecio de los dioses, su odio a la muerte y su apasionamiento por la vida le valieron ese suplicio indecible en el que todo el ser se dedica a no acabar nada. Es el precio que hay que pagar por las pasiones de esta tierra. No se nos dice nada sobre Sísifo en los infiernos. Los mitos están hechos para que la imaginación los anime. Con respecto a este, lo único que se ve es todo el esfuerzo de un cuerpo tenso para levantar la enorme piedra, hacerla rodar y ayudarla a subir una pendiente cien veces recorrida; se ve el rostro crispado, la mejilla pegada a la piedra, la ayuda de un hombro que recibe la masa cubierta de arcilla, de un pie que la calza, la tensión de los brazos, la seguridad enteramente humana de dos manos llenas de tierra. Al final de ese largo esfuerzo, medido por el espacio sin cielo y el tiempo sin profundidad, se alcanza la meta. Sísifo ve entonces cómo la piedra desciende en algunos instantes hacia ese mundo inferior desde el que habrá de volver a subirla hasta las cimas, y baja de nuevo a la llanura.

Sísifo me interesa durante ese regreso, esa pausa. Un rostro que sufre tan cerca de las piedras es ya él mismo piedra. Veo a ese hombre volver a bajar con paso lento pero igual hacia el tormento cuyo fin no conocerá. Esta hora que es como una respiración y que vuelve tan seguramente como su desdicha, es la hora de la conciencia. En cada uno de los instantes en que abandona las cimas y se hunde poco a poco en las guaridas de los dioses, es superior a su destino. Es más fuerte que su roca.» (Albert Camus: El mito de Sísifo, Alianza Editorial, Madrid, 1988, págs. 158-159).

 

Albert Camus (1913-1960):

«Los conquistadores saben que la acción es en sí misma inútil. Solo hay una acción útil, la que reharía al hombre y a la tierra. Yo no reharé nunca a los hombres. Pero hay que hacer "como si", pues el camino de la lucha me hace volver a encontrar la carne. Aunque humillada, la carne es mi única certidumbre. Sólo puedo vivir de ella. La criatura es mi patria. Por eso he elegido este esfuerzo absurdo y sin alcance. Por eso estoy del lado de la lucha. La época se presta para ello, como he dicho. Hasta ahora la grandeza de un conquistador era geográfica. Se medía por la extensión de los territorios vencidos. Por algo ha cambiado de sentido la palabra y ya no designa al general vencedor. La grandeza ha cambiado de campo. Está en la protesta y en el sacrificio sin porvenir. Pero no es por complacencia en la derrota. La victoria sería deseable. Pero solo hay una victoria y es eterna. Es la que no conseguiré nunca. Con eso es con lo que tropiezo y me atasco. Una revolución se realiza siempre contra los dioses, comenzando por la de Prometeo, el primero de los conquistadores modernos. Es una reivindicación del hombre contra su destino: la reivindicación del pobre no es sino un pretexto. Pero no puedo captar este espíritu sino en su acto histórico y ahí es donde me reúno con él. No se crea, sin embargo, que me complazco en ello: frente a la contradicción esencial defiendo mi contradicción humana. Instalo mi lucidez en medio de lo que la niega. Exalto al hombre ante lo que lo aplasta y mi libertad, mi rebelión y mi pasión se unen en esa tensión, esa clarividencia y esa repetición desmesurada.

Sí, el hombre es su propio fin. Y es su único fin. Si quiere ser algo, tiene que serlo en esta vida. Ahora lo sé de sobra. Los conquistadores hablan a veces de vencer y superar. Pero siempre quieren decir "superarse". Sabéis muy bien lo que eso significa.
Todo hombre se ha sentido igual a un dios en ciertos momentos. Por lo menos, así se dice. Pero eso se debe a que, en un relámpago, ha sentido la asombrosa grandeza del espíritu humano. Los conquistadores son solamente aquellos hombres que se sienten con fuerzas suficientes como para estar seguros de vivir constantemente a esas alturas y con la plena conciencia de esa grandeza. Es una cuestión de aritmética, de más o de menos. Los conquistadores pueden con lo más, pero no pueden más que el hombre mismo cuando lo quiere. Por eso no abandonan nunca el crisol humano y se hunden en lo más ardiente del alma de las revoluciones.

Encuentran allí a la criatura mutilada, pero encuentran también los únicos valores que aman y admiran: el hombre y su silencio. Esa es a la vez su miseria y su riqueza. Solo hay un lujo para ellos y es el de las relaciones humanas. ¿Cómo no se ha de comprender que en este universo vulnerable todo lo que es humano y no es más que eso adquiere un sentido más ardiente? Los rostros tensos, la fraternidad amenazada, la amistad tan fuerte y tan púdica de los hombres entre sí son las verdaderas riquezas, puesto que son perecederas. Entre ellas es donde el espíritu siente más sus poderes y sus límites. Es decir, su eficacia. Algunos han hablado de genio, pero al genio, lo digo en seguida, prefiero la inteligencia. Se debe decir que ésta puede ser entonces magnífica. Ilumina este desierto y lo domina. Conoce sus servidumbres y las ilustra. Morirá al mismo tiempo que este cuerpo. Pero su libertad consiste en saberlo.» (Albert Camus: El mito de Sísifo, Alianza Editorial, Madrid, 1988, págs. 116-118).

 

Miguel de Unamuno (1864-1936):

«Y este hombre concreto, de carne y hueso, es el sujeto y el supremo objeto a la vez de toda filosofía, quiéranlo o no ciertos sedicentes filósofos.

En las más de las historias de la filosofía que conozco se nos presenta a los sistemas como originándose los unos de los otros, y sus autores, los filósofos, apenas aparecen sino como meros pretextos. La íntima biografía de los filósofos, de los hombres que filosofaron, ocupa un lugar secundario. Y es ella, sin embargo, esa íntima biografía la que más cosas nos explica.

Cúmplenos decir, ante todo, que la filosofía se acuesta más a la poesía que no a la ciencia. Cuantos sistemas filosóficos se han fraguado como suprema concinidad [buen orden y disposición del discurso] de los resultados finales de las ciencias particulares, en un período cualquiera, han tenido mucha menos consistencia y menos vida que aquellos otros que representan el anhelo integral del espíritu de su autor.

Y es que las ciencias, importándonos tanto y siendo indispensables para nuestra vida y nuestro pensamiento, nos son, en cierto sentido, más extrañas que la filosofía. Cumplen un fin más objetivo, es decir, más fuera de nosotros. [...]

La filosofía responde a la necesidad de formarnos una concepción unitaria y total del mundo y de la vida, y como consecuencia de esa concepción, un sentimiento que engendre una actitud íntima y hasta una acción. Pero resulta que ese sentimiento, en vez de ser consecuencia de aquella concepción, es causa de ella. Nuestra filosofía, esto es, nuestro modo de comprender o de no comprender el mundo y la vida, brota de nuestro sentimiento respecto a la vida misma. Y ésta, como todo lo afectivo, tiene raíces subconscientes, inconscientes tal vez.» (Miguel de Unamuno: Del sentimiento trágico de la vida, Espasa Calpe, 1971, p. 9-10. [1ª ed.: 1937])

¿Filosofía para qué? Filosofía para ser persona, filosofía para vivir. (Miguel Ángel Irigaray Soto, periodista: http://www.fluvium.org/textos/cultura/cul303.htm)

 

Michel Foucault (1926-1984):

 

La filosofía según Foucault:

 

«Hay momentos en la vida en los que la cuestión de saber si se puede pensar distinto de como se piensa y percibir distinto de como se ve es indispensable para seguir contemplando o reflexionando. Quizá se me diga que estos juegos con uno mismo deben quedar entre bastidores, y que, en el mejor de los casos, forman parte de estos trabajos de preparación que se desvanecen por sí solos cuando han logrado sus efectos. Pero ¿qué es la filosofía hoy -quiero decir la actividad filosófica- si no el trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo? ¿Y si no consiste en vez de legitimar lo que ya se sabe, en emprender el saber cómo y hasta dónde sería posible pensar distinto?»

 

Gilles Deleuze (1925-1995) (en:  http://xdreus.blogalia.com/historias/7349):

«Cuando alguien pregunta para qué sirve la filosofía, la respuesta debe ser agresiva ya que la pregunta se tiene por irónica y mordaz. La filosofía no sirve al Estado, ni a la Iglesia, que tienen otras preocupaciones. No sirve a ningún poder establecido. La filosofía sirve para entristecer. Una filosofía que no entristece o no contraría a nadie no es una filosofía.

Sirve para detestar la estupidez, hace de la estupidez una cosa vergonzosa. Sólo tiene un uso: denunciar la bajeza en todas sus formas. ¿Existe alguna disciplina, fuera de la de filosofía, que se proponga la crítica de todas las mixtificaciones, sea cual sea su origen y su fin? Denunciar todas las ficciones sin las que las fuerzas reactivas no podrían prevalecer. Denunciar en la mixtificación esta mezcla de bajeza y estupidez que forma también la asombrosa complicidad de las víctimas y de los autores. En fin, hacer del pensamiento algo agresivo, activo, afirmativo. Hacer hombres libres, es decir, hombres que no confunden los fines de la cultura con el provecho del Estado, la moral, y la religión. Combatir el resentimiento, la mala conciencia, que ocupan el lugar del pensamiento. Vencer lo negativo y sus falsos prestigios. ¿Quien, a excepción de la filosofía, se interesa por todo esto?.

La filosofía como crítica nos dice lo más positivo de sí misma: empresa de desmitificación. Y, a este respecto, que nadie se atreva a proclamar el fracaso de la filosofía. Por muy grandes que sean la estupidez y la bajeza serían aún mayores si no subsistiera un poco de filosofía que, en cada época, les impide ir todo lo lejos que quisieran...pero ¿quién a excepción de la filosofía se lo prohibe?».

 

Jean Baudrillard (1929-2007):

«Hay que hacer una crítica de la Razón sexual, o más bien una genealogía de la Razón sexual como Nietzsche ha hecho una genealogía de la Moral –porque ésta es nuestra nueva moral-» (Oublier Foucault, E. Galilée, pág. 30)

 

«En adelante no se dirá más: tienes un alma y es preciso salvarla, sino: -tienes un sexo, y debes utilizarlo bien. –Tienes un inconsciente, y es preciso saber liberarlo. –Tienes un cuerpo, y por ello es necesario saber disfrutarlo» (Oublier Foucault, E. Galilée, pág. 32)

 

«El deseo no es más que la versión molecular de la Ley» (Oublier Foucault, E. Galilée, pág. 48)

 

«La seducción es más fuerte que el poder» (Oublier Foucault, E. Galilée, pág. 61)

 

«Por otra parte, lo real no ha interesado jamás a nadie» (Oublier Foucault, E. Galilée, pág. 62)

 

«…el secreto de los grandes políticos fue saber que el poder no existe. Que no es más que un espacio perspectivo de simulación» (Oublier Foucault, E. Galilée, pág. 81)

 

«…informar mejor, socializar, mejor, elevar el nivel cultural de las masas, etc. Tonterías: las masas se resisten escandalosamente a este imperativo de la comunicación racional. Se les da sentido, quieren espectáculo» (Cultura y simulacro, Kairós, pág. 117)

 

«¿Cuál es el objetivo del acto terrorista? El mensaje secreto es, simplemente, según parece, a través de eso que se nos muestra como un suicidio, el intercambio imposible de la muerte, el desafío al sistema mediante el don simbólico de la muerte, en cierto modo el arma absoluta» (La violencia del mundo, Paidós, pág. 36)

 

«El actual terrorismo no es el descendiente de una historia tradicional de la anarquía, del nihilismo y del fatalismo. Es contemporáneo de la mundialización […] de las técnicas, del mercado, del turismo, de la información» (Power Inferno, Arena Libros, pág. 67)

 

«Pero el Crimen Perfecto ya no implica a Dios, sino a la Realidad, y no es un asesinato simbólico sino un exterminio» (La ilusión vital, S. XXI, pág. 53)

 

«Vamos a aclarar este punto: si lo Real está desapareciendo, no es debido a su ausencia; es más, hay demasiada realidad» (La ilusión vital, S. XXI, pág. 57)

 

«Porque, al enfrentarnos a un mundo ininteligible y problemático, nuestra tarea es clara: debemos hacer a este mundo aun más ininteligible, aun más enigmático» (La ilusión vital, S. XXI, pág. 72)

 

«El deseo, el cuerpo y el sexo acabarán siendo meras utopías, como el resto de las cosas: el progreso, el Iluminismo, la revolución, la felicidad» (Fragments: Cool memories III, pág. 34)

 

 

Textos de Jovellanos (1744-1811):

 

 «El bien general es la suprema razón de los gobiernos»Informe sobre la extracción de aceites a reinos extranjeros», 1774. X, 402)

 

«Es una máxima de economía pública que tanto se cultiva cuanto se consume»Informe sobre la extracción de aceites a reinos extranjeros», 1774. X, 402)

 

«El consumo es la medida del valor de lo que se produce» Informe sobre la extracción de aceites a reinos extranjeros», 1774. X, 404)

 

«El Gobierno debe desterrar de los establecimientos políticos hasta la sombra de la iniquidad» (JOVELLANOS: «Informe sobre la fundación de un Montepío en Sevilla» [en BAE, figura: «Informe sobre la fundación de un Montepío en Sevilla»], BAE, II, págs. 7-10; pág. 9b)

 

«Es un axioma en materia de economía que la población de un país crece en razón de sus producciones.»

«Es otro axioma en materia de economía que el consumidor no sólo paga el precio intrínseco de las cosas naturales e industriales que compra, sino también todos los costos.»

«Es también un axioma que las producciones de un país no pueden crecer sino hasta el punto donde llegue su consumo; porque, ¿quién será el que cultive un fruto que no pueda venderse?» («Discurso económico sobre los medios de promover la felicidad de Asturias dirigido a su Real Sociedad por Don Gaspar Melchor de Jovellanos», 1781, X, 267-304).

 

«El aumento de dinero en la circulación influirá en la estimación y comercio de las cosas comerciables» (JOVELLANOS: «Dictamen de Jovellanos sobre el proyecto de un banco nacional presentado por el conde de Cabarrús el año de 1782», Madrid, 14 de marzo de 1782. Obras completas, X, 854-859).

 

«Los mayorazgos y los monasterios e iglesias son casi los únicos propietarios de Asturias. El primer inconveniente que resulta de aquí es la falta de circulación en las tierras, sin la cual no florecerá jamás su cultivo en ninguna provincia.» (JOVELLANOS: «Carta sobre la agricultura y propiedades de Asturias», en «Cartas del Viaje de Asturias (Cartas a Ponz)», Obras completas, IX.pág. 74. En págs. 73-86.).

 

 «La industria es natural al hombre y apenas necesita otro estímulo de parte del Gobierno que la libertad de crecer y prosperar: déme usted esta libertad y crecerá la industria hasta lo posible. Pero la ilustración fijará siempre la medida de esta posibilidad». (JOVELLANOS: «Carta sobre la industria de Asturias», en «Cartas del Viaje de Asturias (Cartas a Ponz)», Obras completas, IX,pág 92).

 

«Bien sé que la ilustración por sí sola no puede hacerlo todo; pero ella atraerá capitales, arrancará auxilios al Gobierno y forzará, por decirlo así, a toda la provincia a que se convierta a este primer manantial de la prosperidad.» (JOVELLANOS: «Carta sobre la industria de Asturias», en «Cartas del Viaje de Asturias (Cartas a Ponz)», Obras completas, IX. pág. 93.).

 

«La razón pedía que abandonasen su clase [noble] y que, sacrificando la vanidad de la hidalguía a los derechos de la humanidad, buscasen cualquier medio honrado de mantener su familia, aunque fuese incompatible con la conservación de la nobleza. En efecto, su propia conservación, la de su esposa y la de sus hijos, son obligaciones demasiado sagradas para no merecer el sacrificio de un título que al cabo no es otra cosa que una distinción accidental. Así lo hacen no pocos nobles en las provincias septentrionales de España, y estos ejemplos, admirables a los ojos de la filosofía, son ciertamente dignos de la aprobación universal.» (JOVELLANOS: «Memoria sobre el establecimiento del montepío de hidalgos», Obras completas, X, pág. 609.).

 

«Los montepíos de artesanos servirán siempre al fomento de la aplicación, los de nobles al de la pereza; aquéllos animarán la industria, éstos la ociosidad; unos aumentarán el número de los vecinos útiles, otros el de los perjudiciales; y finalmente, unos serán dignos de la vigilancia y otros de la aversión del Gobierno.» (JOVELLANOS: «Memoria sobre el establecimiento del montepío de hidalgos», Obras completas, X, pág. 610.).

 

«La primera calidad de la ley es la necesidad» («Informe a la Junta General de Comercio y Moneda sobre la libertad de las artes», Obras, X, pág. 512).

 

«La necesidad es casi siempre el nivel de la conducta de los hombres» («Informe a la Junta General de Comercio y Moneda sobre la libertad de las artes», Obras, X, pág. 513).

 

«El hombre debe vivir de los productos de su trabajo. […]

De este principio se deriva el derecho que tiene todo hombre a trabajar para vivir; derecho absoluto, que abraza todas las ocupaciones útiles y tiene tanta extensión como el de vivir y conservarse.

 Por consiguiente, poner límites a este derecho es defraudar la propiedad más sagrada del hombre, la más inherente a su ser, la más necesaria para su conservación.» (JOVELLANOS: «Informe a la Junta General de Comercio y Moneda sobre la libertad de las artes», Obras, X, pág. 516).

 

«Al lado de algunos buenos oficiales, se ven en la misma Corte insignes chapuceros autorizados con el título de maestros y situados en tienda pública.» (JOVELLANOS: «Informe a la Junta General de Comercio y Moneda sobre la libertad de las artes», Obras, X, pág. 524).

 

«Echemos la culpa, más que a otra causa, al espíritu de persecución, que cuando trata de desacreditar a los hombres de mérito, suele asestar contra los establecimientos los golpes que quiere descargar sobre los autores.» (JOVELLANOS: «Informe a la Junta General de Comercio y Moneda sobre la libertad de las artes», Obras, X, pág. 526).

 

«La igualdad, que es el primer objeto recomendado por la justicia, se debe buscar en dos puntos: 1º, que todos contribuyan sin ninguna excepción como está declarado en las leyes alfonsinas y en las Cortes de Guadalajara, y como dictan la equidad y la razón, puesto que tratándose del bien general, ninguna clase, ningún individuo podrá eximirse con justicia de concurrir a él; 2º, que todos contribuyan con proporción a sus facultades, porque no se puede ni debe esperar tanto del pobre como del rico, y si la utilidad de tales obras es de influencia general y extensiva a todas las clases, está claro que aquellos individuos reportarán utilidad mayor que gozan de mayor fortuna, y que deben contribuir conforme a ella.» (JOVELLANOS: «Informe de Ley Agraria», Obras, X, 420, págs. 818-819).

 

«Todo está enlazado en la política como en la naturaleza, y una sola ley, una providencia mal a propósito dictada, o imprudentemente sostenida, puede arruinar una nación entera, así como una chispa encendida en las entrañas de la tierra produce la convulsión y horrendo estremecimiento que trastornan una inmensa porción de su superficie.» (JOVELLANOS: «Informe de Ley Agraria», Obras, X, 432, pág. 823).

 

«Sean las que quieran las ideas de los hombres acerca de la moral, es innegable su influjo en la prosperidad de los Estados. […] ¿De qué servirán las leyes sin costumbres, sin ideas ni sentimientos morales? Pero ¿acaso la moral depende de la instrucción? Sin duda. No hay moral sin principios, ni principios sin alguna especie de instrucción.» (JOVELLANOS: «Introducción a un discurso sobre la economía civil y la instrucción pública», Obras, X, pág. 893).

 

«Bien sé que una secta, demasiado numerosa y válida, pretende levantar sobre el interés todos los cimientos de la moral, y que, invirtiendo una sentencia figurada de Horacio —quaeque ipsa utilitas justi est mater et aequi [la utilidad, cualquiera que sea, es el fundamento de la justicia y de la equidad], en que sólo quiso decir que no había verdadero interés ni estimable utilidad donde faltaba la equidad y la justicia—, pretenden que no hay justicia ni equidad que no se derive del interés.» (JOVELLANOS: «Introducción a un discurso sobre la economía civil y la instrucción pública», Obras, X, pág. 893).

 

«Una preocupación harto común, y aun se puede decir harto funesta, ha hecho distinguir el corazón del espíritu humano, suponiendo que en aquél residen los sentimientos y en este las ideas, como si la residencia de unos y otros fuesen diferentes. Pero ¿no es en el alma humana donde residen unos y otros? ¿No le pertenece a ella la facultad de sentir, tan bien, tan esencialmente como la de pensar? ¿Qué digo? ¿Puede dudarse que el alma piensa porque siente y que, si el sentir y el pensar no son una misma cosa, es preciso decir que primero siente que piensa? Y sin ahondar mucho esta cuestión metafísica, ¿se podrán separar las ideas de los sentimientos? ¿O se podrá concebir un sentimiento moral que no suponga la coexistencia de una idea moral?» (JOVELLANOS: «Introducción a un discurso sobre la economía civil y la instrucción pública», Obras, X, pág. 899).

 

«Luego si la instrucción puede perfeccionar, como se ha probado, las ideas y los sentimientos humanos, podrá también perfeccionar la humana voluntad. Ella no será menos libre, pero será más ilustrada.» (JOVELLANOS: «Introducción a un discurso sobre la economía civil y la instrucción pública», Obras, X, pág. 900).

 

«La libertad de opinar, escribir e imprimir se debe mirar como absolutamente necesaria para el progreso de las ciencias y para la instrucción de las naciones» (JOVELLANOS: «Bases para la formación de un plan general de instrucción pública», BAE, I, pág. 275).

 

«El hombre vale lo que sabe; pero no vale más el que sabe más, sino el que sabe mejor. Aquel podrá tener mayor número de ideas; pero este le tendrá mayor de ideas buenas, y estas valen más que aquellas. Por esto se dijo que hay burros cargados de letras. La bondad de las ideas tiene dos solas medidas: primera, la verdad; segunda, la utilidad. Esta medida en las ciencias sagradas es una sola, porque en ellas lo que no es verdad es peor que nada, y nada es lo que no es útil.» (JOVELLANOS: «Instrucción dada a un joven teólogo al salir de la Universidad, sobre el método que debía observar para perfeccionarse en el estudio de esta ciencia», BAE, I, pág. 277).

 

«En todas partes el amor propio es el patrimonio del hombre, en todas partes aspira a distinguirse y singularizarse. He aquí el verdadero origen del lujo.

 Sin duda que la riqueza le fomenta; pero ¿cómo? Donde las leyes autorizan la desigualdad de las fortunas; cuando la mala distribución de las riquezas pone la opulencia en pocos, la suficiencia en muchos y la indigencia en el mayor número, entonces es cuando un lujo escandaloso devora las clases pudientes, y cuando, difundiendo su infección, las contagia, y aunque menos visible, las enflaquece y arruina.» (JOVELLANOS: «Memoria sobre la educación pública o sea tratado teórico-práctico de enseñanza con aplicación a las escuelas y colegios de niños», BAE, I, pág. 232).

 

«La instrucción que trastorna los principios más ciertos, la que desconoce todas las verdades más santas, la que sostiene y propaga los errores más funestos, esa es la que alucina, extravía y corrompe los pueblos. Pero a esta no llamaré yo instrucción sino delirio. La buena y sólida instrucción es su antídoto; y esta sola es capaz de resistir su contagio y oponer un dique a sus estragos; esta sola debe reparar lo que aquella destruye, y esta sola es el único recurso que puede salvar de la muerte y desolación los pueblos contagiados por aquella. La ignorancia los hará su víctima, la buena instrucción los salvará tarde o temprano; porque el dominio del error no puede ser estable ni duradero; pero el imperio de la verdad será eterno como ella.» (JOVELLANOS: «Memoria sobre la educación pública o sea tratado teórico-práctico de enseñanza con aplicación a las escuelas y colegios de niños», BAE, I, pág. 232).

 

«[…] son muchos (y con estos hablaremos ahora) los que no miran la instrucción como perteneciente a la educación; que llaman bien educado, no al joven que ha adquirido conocimientos útiles, sino al que se ha instruido en las fórmulas del trato social y en las reglas de lo que llaman buena crianza, y tachan de mal educado a todo el que no las observa, por más que esté adornado de mucha y buena instrucción. Sin duda que estas reglas y estas fórmulas pertenecen a la educación; pero ¡pobre país el que las cifrare en ellas! Hombres inútiles y livianos devorarán su sustancia. La urbanidad es un bello barniz de la insrucción y su mejor ornamento; pero sin la instrucción es nada, es sólo apariencia. La urbanidad dora la estatua, la educación la forma.» (JOVELLANOS: «Memoria sobre la educación pública o sea tratado teórico-práctico de enseñanza con aplicación a las escuelas y colegios de niños», BAE, I, pág. 232).

 

«Diráse que la necesidad de la educación es siempre mayor respecto de las familias pudientes, porque las que no lo son, destinadas a las artes prácticas, no aspiran a ninguna especie de instrucción teórica, o porque la instrucción se deriva siempre y difunde desde las clases altas a las medianas e ínfimas. Todo esto es cierto; pero un establecimiento limitado las excluye a todas; y todas tienen derecho a ser instruidas. Le tienen, porque la instrucción es para todas un medio de adelantamiento, de perfección y de felicidad; y le tienen, porque si la prosperidad del cuerpo social está siempre, como hemos probado, en razón de la instrucción de sus miembros, la deuda de la sociedad hacia ellos será igual para todas y se extenderá a la universalidad de sus individuos. Aun se puede decir que esta deuda crece en razón inversa de las facultades de las familias, pues que al fin, sobre poseer siempre mayor grado de instrucción las que son ricas, tienen en sí mismas los medios de adquirir la que les faltare, dotando ayos y maestros, y empleando los arbitrios y recursos necesarios para ello, mientras tanto que los pobres carecen de todo, y sólo los pueden esperar del Gobierno.» (JOVELLANOS: «Memoria sobre la educación pública o sea tratado teórico-práctico de enseñanza con aplicación a las escuelas y colegios de niños», BAE, I, pág. 234).

 

«Mi ánimo es solamente demostrar que [los colegios] son un medio insuficiente para promover la instrucción pública, y que este importante objeto será más bien y completamente alcanzado por medio de una institución en que la enseñanza sea libre, abierta y gratuita.» (JOVELLANOS: «Memoria sobre la educación pública o sea tratado teórico-práctico de enseñanza con aplicación a las escuelas y colegios de niños», BAE, I, pág. 235).

 

 

Platón (427-347): le debemos los mejores primeros perfiles de lo que significa filosofar. Con él, la filosofía como dialéctica alcanza una cima difícil de igualar en la tradición posterior.

Platón (427-347):

«Finalmente llegué a comprender que todos los Estados actuales están mal gobernados, pues su legislación es prácticamente incurable si unir unos preparativos enérgicos a unas circunstancias felices. Entonces me sentí irresistiblemente movido a alabar la verdadera filosofía y a proclamar que solo con su luz se puede reconocer dónde está la justicia en la vida pública y en la vida privada. Así pues, no acabarán los males para los hombres hasta que llegue la raza de los puros y auténticos filósofos al poder o hasta que los jefes de las ciudades, por una especial gracia de la divinidad, no se pongan verdaderamente a filosofar.» (Platón: Obras. Carta VII, 325-326, Aguilar, 2ª ed., 1981, p. 1571).

«[...] y si hubiera unido verdaderamente en una sola persona la filosofía y el poder, habría hecho brillar a los ojos de todos, griegos y bárbaros, y habría grabado suficientemente en el espíritu de todos esta verdad, a saber: que ni la ciudad ni el individuo pueden ser felices sin una vida de sabiduría gobernada por la justicia, bien porque poseen estas virtudes por sí mismos, bien porque hayan sido educados e instruidos de manera justa en las costumbres de unos maestros piadosos. [...] Entonces, redoblando con sus esfuerzos los de su guía, no afloja su paso hasta haber alcanzado plenamente el objetivo o bien hasta haber conseguido suficiente fuerza para caminar sin su instructor. Este es el estado de ánimo en que vive este hombre: se entrega, sin duda, a sus actividades ordinarias, pero, en todo y siempre, se conforma con la filosofía, este género de vida que le confiere, junto con la sobriedad, una inteligencia pronta y una memoria tenaz, así como la capacidad de razonar. Cualquier otra clase de conducta no deja de resultarle espantosa. En cambio, los que se contentan con el barniz de las opiniones, sin ser verdaderamente filósofos, como son las personas cuyo cuerpo está bronceado por el sol, al ver que hay tantas cosas que aprender, que hay tanto que penar, al considerar este régimen cotidiano el único suficientemente regulado para adecuarse a este objetivo, encuentras que es difícil y que para ellos es imposible esto: ni tan siquiera son capaces de ejercitarse en ello, y algunos llegan a convencerse de que ya han oído bastante sobre ello y no tienen necesidad de sufrir más por ello. He ahí un experimento claro e infalible cuando se trata de gentes dadas a los placeres e incapaces de esfuerzo alguno: esas gentes no tienen por qué acusar a su maestro, sino a sí mismos, si no pueden practicar lo que es necesario para la filosofía.» (Platón: Carta VII, 335 y 340-341, Aguilar Ed., 2ª ed., 1981, p. 1577 y 1580-1581).

 

Aristóteles (384-322):

Discípulo de Platón, continúa la tradición crítica y la clasificación de saberes que había iniciado su maestro. Por una parte es su seguidor pero por otra parte es también su contraste. De este modo, la filosofía muestra ya desde el principio que consiste en una batalla de ideas, a la búsqueda de modelos que pueden ir mejorándose indefinidamente. La “realidad” es demasiado compleja para que un solo autor pueda diseñar su mapa definitivo. Pero sin ese esfuerzo racionaly crítico quedamos abandonados a la superstición, a la magia, a los espejismos, a las apariencias y a las distintas modalidades de demagogia.

Aristóteles (384-322):

«Todo hombre, por naturaleza, apetece saber. Prueba de ello es el apego que tenemos a nuestras percepciones sensitivas; en efecto, amamos estas percepciones por sí mismas, aun prescindiendo de su utilidad, especialmente las que derivan del sentido de la vista. [...] Todos los animales reciben de la misma naturaleza la facultad del conocimiento sensitivo. [...] Todos los demás animales, por consiguiente, viven por medio de sus imágenes y sus recuerdos, pero participan poco de la experiencia; el género humano, por el contrario, vive además con ayuda del arte y del raciocinio. [...] ...opinamos que importa más saber y más ciencia el arte que no la experiencia; Y a los hombres versados en un arte los consideramos más sabios que a los que tienen solo la experiencia, porque la sabiduría está en todos los hombres como consecuencia de su saber. Y esto por la sencilla razón de que los versados en el arte conocen las razones de las cosas, y los empiristas, en cambio, no. Los empiristas conocen, sí, que una cosa existe, pero ignoran por qué existe; los que se dedican al arte, por su parte, conocen el porqué y la razón de las cosas. [...] Lo que ahora nos proponemos decir es que todos los hombres, de común acuerdo, opinan que la ciencia que llamamos filosofía ―o sabiduría― trata de las primeras causas y de los primeros principios de las cosas». (Aristóteles: Obras. Metafísica, libro I, cap. 1, Aguilar Ed., 2ª ed., 1973, p. 909-911,).

 

Aristóteles (384-322):

«En primer lugar concebimos el filósofo como conocedor, en cuanto es posible, de todas las cosas, sin poseer la ciencia específicamente particular de cada una de ellas; de las misma manera juzgamos que es sabio el que es capaz de llegar al conocimiento de las cosas más difíciles y que no sin graves dificultades son asequibles al hombre. Efectivamente, el sentir y el conocer sintiendo es simplemente una facultad común a todo hombre, y por ser cosa fácil, de ninguna manera llega a la categoría de filosófico. Finalmente, el que posea las nociones más exactas sobre las causas de las cosas y es capaz de dar perfecta cuenta de ellas en su enseñanza, es más sabio que todos los demás en cualquier otra ciencia». (Aristóteles: Obras. Metafísica, libro I, cap. 2, Aguilar Ed., 2ª ed., 1973, p. 911).

 

Cicerón (106-43):

«...Porque entre muchas cosas útiles y graves que hay en la filosofía, tratadas por los filósofos muy copiosamente y con gran cuidado, son a mi juicio de muchísima más extensión los preceptos que han escrito y enseñado acerca de las obligaciones. En efecto, ninguna parte de la vida, ya se trate de negocios públicos, ya de los particulares, o de os civiles, o domésticos, o propios, o de contratos ajenos, puede estar exenta de alguna obligación; en cuyo cumplimiento consiste toda la honestidad de la vida, y en su omisión la torpeza. Y es constante que este tratado es común a todos los filósofos.» (Cicerón: Obra completas, tomo IV, Los oficios. Traducción: Manuel Balbuena. Libro I, cap. II)

Cicerón (106-43):

«Especialmente es propia del hombre la averiguación de la verdad; y así cuando nos hallamos desocupados de los cuidados y negocios precisos, deseamos ver, oír y aprender alguna cosa, y juzgamos que contribuye muchísimo para vivir dichosos el conocimiento de lo más oculto y admirable; de donde se colige que lo verdadero, simple y sincero es lo más conforme a la naturaleza del hombre. A este modo de averiguar la verdad va unido cierto deseo de independencia; de forma que a nadie se sujeta voluntariamente un ánimo bien formado por naturaleza, sino a quien le instruye o le enseña o le manda con justos y legítimos derechos por su utilidad; de lo cual resulta la grandeza del ánimo y el desprecio de los acontecimientos humanos.

No es tampoco pequeño efecto de la fuerza de nuestra naturaleza y de la razón, que solo el hombre, entre todos los animales, es capaz de conocer el orden, el decoro y aquella regla y medida que debe guardarse en las palabras y en las obras. Así, aun de aquellos mismos objetos que se perciben por la vista, él solo conoce la hermosura, proporción y conformidad de sus partes; y pasando esta imagen la misma naturaleza y la razón desde los ojos al alma, concibe mucho mejor con cuanto decoro, constancia y orden habemos  de dirigir  nuestras obras e intenciones; y nos enseña a precavernos de lo indecoroso y afeminado, y contra todo desorden en nuestras obras y opiniones. De lo cual resulta y se compone la honestidad que buscamos, la cual, aunque no sea algunas veces la cosa más alabada, es no obstante siempre virtud (cuya estima es independiente de la opinión común), y a la que tenemos por digna de alabanza por su naturaleza, aunque ninguno la alabara.». (Cicerón: Obra completas, tomo IV, Los oficios. Traducción: Manuel Balbuena. Libro I, cap. IV)

 

Diógenes Laercio (s. III d. C.):

«De los griegos, pues, tomó principio la Filosofía, puesto que hasta en el nombre excluye todo origen bárbaro.

Los que atribuyen su invención a los bárbaros, citan a Orfeo Tracio, diciendo que fue filósofo, y muy antiguo. Yo no sé si conviene llamar filósofo a quien tales cosas dijo de los dioses; porque, ¿qué nombre se puede dar a quien atribuye a los dioses todas las pasiones humanas, y hasta aquellas sucias operaciones por la boca que aun los hombres cometen raras veces? [...]

Tres son, pues, las partes de la Filosofía: Física, Moral y Dialéctica. La Física trata del universo y de las cosas que contiene. La Moral, de la vida humana y cosas a nosotros pertenecientes. Y la Dialéctica examina las razones de ambas. Hasta Archíloco reinó la Física. De Sócrates, como ya dije, comenzó la Moral; y de Zenón de Elea la Dialéctica. De la Moral hubo diez sectas, que son: la Académica, la Cirenaica, la Eleiaca [Fedón de Elea], la Megárica, la Cínica, la Erétrica [Menedemo de Eritrea], la Dialéctica [Clitómaco Cartaginés], la Peripatética, la Estoica y la Epicúrea». (Diógenes Laercio: Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres. Biblioteca Clásica, Luis Navarro Editor, 1887. Libro I. Proemio.).

 

Filosofía medieval cristiana:

Especializada en la idea de Dios: del monoteísmo cristiano. Representativa del pensamiento que utiliza los conceptos de la tradición griega y helenístico-romana para intentar profundizar en la idea del Dios cristiano. Autores relevantes son: Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Juan Duns Scoto…

 

Agustín de Hipona (354-430) [La Trinidad divina]:

«¿Quién será capaz de comprender la Trinidad omnipotente? ¿Y quién no habla de ella, si es que de ella se habla? Rara el alma que, cuando habla de ella, sabe lo que dice. Y contienden y se pelean, mas nadie sin paz puede ver esta visión.

Quisiera yo que conociesen los hombres en sí estas tres cosas. Cosas muy diferentes son estas tres de aquella Trinidad; mas dígolas para que se ejerciten en sí  mismos y prueben y sientan cuán diferentes son. Y las tres cosas que digo son: ser, conocer y querer. Porque yo soy, y conozco, y quiero: soy esciente y volente y sé que soy y quiero ser y conocer. Vea, por tanto, quien pueda, en estas tres cosas, cuán inseparable sea la vida, siendo una la vida, y una la mente, y una la esencia, y cuán, finalmente, inseparable de ella la distinción, no obstante que existe la distinción. Ciertamente que cada uno está delante de sí; así que atienda a sí y vea y hábleme después. Y cuando hubiere hallado algo en estas cosas y hubiese hablado, no por eso piense ya haber hallado aquello que es inconmutable sobre todas las cosas, y existe inconmutablemente, y conoce inconmutablemente, y quiere inconmutablemente.». (San Agustín: Confesiones, XIII, 11, 12. BAC, 1991).

 

Agustín de Hipona (354-430) [Hombre y mujer]:

«Vemos que la superficie de la tierra se hermosea con animales terrestres, y que el hombre, hecho a tu imagen y semejanza, por esta misma imagen y semejanza, esto es, en virtud de la razón y de la inteligencia, es antepuesto a todos los animales irracionales; mas al modo que en su alma una cosa es lo que domina consultando y otra lo que se somete obedeciendo, así fue hecha aún corporalmente para el hombre la mujer, la cual, aunque fuera igual en naturaleza racional a éste, fuera, sin embargo, en cuanto al sexo del cuerpo, sujeta al sexo masculino, del mismo modo que se somete el apetito de la acción para concebir de la razón de la mente la facilidad de obrar rectamente. Vemos estas cosas, cada una por sí buenas y todas juntas muy buenas.» (San Agustín: Confesiones, XIII, 32, 47. BAC, 1991).

 

Agustín de Hipona (354-430) [Materia y Forma]:

«Alábante tus obras para que te amemos, y amámoste para que te alaben tus obras, las cuales tienen por razón del tiempo principio y fin, nacimiento y ocaso, aumento y disminución, apariencia y privación. Tienen, pues, consiguientemente, mañana y tarde, parte oculta y parte manifiesta. Porque han sido hechas de la nada por ti, no de ti, ni de alguna cosa no tuya o que ya existiera antes, sino de la materia concretada, esto es, creada a un tiempo por ti, porque tú formaste sin ningún intermedio de tiempo su informidad. Porque siendo una cosa la materia del cielo y de la tierra y otra la forma del cielo y de la tierra, tú hiciste, sin embargo, a un tiempo las dos cosas, la materia de la nada, absoluta, la forma del mundo de la materia informe, a fin de que la forma siguiese a la materia sin ninguna demora interpuesta.» (San Agustín: Confesiones, XIII, 3, 48. BAC, 1991).

 

Santo Tomás de Aquino (1224-1274) [Sobre el conocimiento en Dios]:

«En el conocimiento divino no hay ningún proceso discursivo. Se demuestra de la siguiente, manera. En nuestro conocer hay un doble proceso discursivo. Uno, centrado solo en la sucesión. Ejemplo: Cuando conocemos algo, pasamos a conocer otra cosa. Otro, centrado en la causalidad. Ejemplo: Por los principios llegamos a unas conclusiones. El primer proceso discursivo no puede corresponderle a Dios. Pues muchas cosas que nosotros conocemos sucesivamente cuando consideramos cada una en particular, las entendemos todas a la vez cuando están en un solo objeto. Ejemplo: Cuando entendemos las partes presentes en el todo, o cuando vemos diversas imágenes en un espejo. [...] Lo mismo puede decirse del segundo proceso... [...] Con respecto al mal, aun cuando no lo pueda hacer, sin embargo, entra dentro de su conocimiento práctico, como el bien, en cuanto que lo permite, lo impide o lo subordina. Es como las enfermedades, que forman parte de la ciencia del médico en cuanto que, con su arte, las cura.». (Santo Tomás de Aquino: Suma de teología, Cuestión 14: Sobre la ciencia de Dios, BAC, Madrid, 1998)».

Santo Tomás de Aquino (1224-1274) [Sobre las ideas]:

«[...] El doble carácter de las ideas establecido por Platón, esto es, como principio de conocimiento y generación de las cosas, hay que situarlo en la mente divina. En cuanto principio efectivo, puede ser llamado ejemplar; y pertenece al conocimiento práctico. En cuanto principio cognoscitivo, propiamente se llama razón; y también puede pertenecer al conocimiento especulativo. En cuanto ejemplar, está relacionado con todo lo que Dios hace en cualquier tiempo. en cuanto principio cognoscitivo está relacionado con todo lo conocido por Dios, incluso aunque nunca fuera hecho; y relacionado también con todo lo que es conocido por Dios según su propia razón y por especulación». (Santo Tomás de Aquino: Suma de teología, Cuestión 15: Sobre las ideas, BAC, Madrid, 1998)».

Santo Tomás de Aquino (1224-1274) [Sobre los ángeles, Arcángeles, Virtudes, Potestades, Principados, Dominaciones, Tronos, Querubines, Serafines]:

«[...] Según esto, Dinisio expone los nombres de los órdenes según la conformidad de dichos nombres con sus perfecciones espirituales. Gregorio, en cambio, en la exposición de estos nombres parece atender más a los ministerios exteriores, pues dice: Se llaman Ángeles a los que anuncian las cosas menos importantes; Arcángeles, a los que anuncian las cosas más sublimes; Virtudes, a los que obran milagros; Potestades, a los que reprimen y ahuyentan los poderes adversos; Principados, a los que presiden a los mismos espíritus buenos. [...] Los nombres de Dominación, Potestad y Principado pertenecen de distinta manera a la gobernación. [...] La excelencia del orden de Tronos sobre los órdenes inferiores consiste en que los Tronos pueden conocer directamente en Dios mismo las razones de las obras divinas. Los Querubines, en cambio, tienen la excelencia de la ciencia, como los Serafines tienen la del amor. [...] Lo común a todos es que la excelencia del inferior está incluida en la del superior, pero no viceversa.». (Santo Tomás de Aquino: Suma de teología, Cuestión 108: Los ángeles: jerarquías y órdenes, art. 5, BAC, Madrid, 1998, pág. 921-923)».

 

[Según Tomás de Aquino, S. T., c.115, a.2: Orden, procedente de Dios, de las virtudes activas y pasivas de la naturaleza: Razones ideales. Causas universales. Causas particulares. Sustancias germinales o semillas.

 

Juan Duns Scoto (1265-1308) [Sobre la eminencia y la dependencia]:

«El orden esencial se divide, parece, primariamente (como un término equívoco en sus "equivocados") en orden de eminencia y orden de dependencia.

En el orden de eminencia, se dice primero o anterior lo que excede, lo eminente, y posterior, lo que es excedido. Brevemente, lo que es más perfecto y noble en su esencia es anterior. Aristóteles, en el libro IX de la Metafísica, prueba que el acto es anterior a la potencia, según este tipo de prioridad; y la llama prioridad de sustancia y especie: lo que es posterior en generación, dice, es anterior en sustancia y especie.

En el orden de dependencia, se dice anterior aquello de que algo depende, y posterior lo que depende. Aristóteles explica también esta prioridad en el libro V de la Metafísica apelando al testimonio de Platón. Yo la entiendo en el sentido siguiente: primero en naturaleza y esencia es lo que puede existir sin lo posterior, no viceversa. Esto quiere decir: aunque lo primero cause necesariamente lo posterior y no exista sin este, ello no se debe  a que necesita lo posterior para su ser. Pues aunque se suponga que no existe lo posterior, lo primero podrá existir sin incluir contradicción.». (Juan Duns Escoto: Tratado acerca del Primer Principio, edición bilingüe, BAC, Madrid, 1989, pág. 49)

Juan Duns Scoto (1265-1308) [Sobre la interrelación de las cuatro causas y la primacía de las causas extrínsecas sobre las intrínsecas]:

«Que ninguna cosa está esencialmente ordenada a sí misma. [...] En ningún orden esencial es posible el círculo. [...] Lo que no es "finido" no es "efecto". [...] En ningún género es primero lo accidental. Aristóteles lo prueba en el libro II de la Física, donde dice que la naturaleza y la inteligencia, como causas per se, son necesariamente anteriores al azar y la fortuna, que son causas per accidens en este género de causalidad (eficiente). [...] Lo que no es "efecto" no es "finido". [...] Lo que no es "efecto" no es "materiado". [...] Lo que no es "materiado" no es "formado", y viceversa. [...] Conclusión octava: Lo que no es causado por causas extrínsecas no es causado por causas intrínsecas. [...] La causalidad de las causas extrínsecas dice perfección, que no va necesariamente unida a ninguna imperfección. Las causas extrínsecas, por el contario, necesariamente llevan aneja alguna imperfección. Por consiguiente, las causas extrínsecas son anteriores en causalidad a las intrínsecas, pues lo perfecto es anterior a lo imperfecto. [...] Las causas intrínsecas pueden ser causadas en sí mismas por las extrínsecas. Luego son posteriores en el causar a estas. El antecedente es evidente tratándose de la forma. Es igualmente evidente de la materia considerada como parte. Que ello es verdad también de la materia considerada en sí misma lo probaremos más adelante. [...] Las cuatro clases de causas, cuando causan una misma cosa, se hallan esencialmente ordenadas. [...] Parece que la materia es anterior a la forma en independencia, pues lo que es contingente e informante depende, parece, de lo que es permanente e informado, y lo que puede ser formado o informado se concibe anteriormente a lo informante. en este sentido interpretan algunos el pasaje de las Confesiones de San Agustín (l.12 c.4) sobre la prioridad de la materia respecto de la forma». (Juan Duns Escoto: Tratado acerca del Primer Principio, edición bilingüe, BAC, Madrid, 1989, extracto del capítulo II).

Juan Duns Scoto (1265-1308) [De la triple primacía del primer principio]:

«[...] Lo que es incausable es intrínsecamente necesario. [...] La necesidad intrínseca de ser pertenece a una sola naturaleza. [...] La naturaleza suprema es una naturaleza actualmente existente. [...] La triple primacía de eficiencia, finalidad y eminencia en el triple orden esencial predicto pertenece a una misma naturaleza existente en acto            ». (Juan Duns Escoto: Tratado acerca del Primer Principio, edición bilingüe, BAC, Madrid, 1989, extracto del capítulo III).

 

Juan Duns Scoto (1265-1308) [De la simplicidad e intelectualidad del Primer Ser]: «[...] La naturaleza primera en sí es simple. [...] El primer eficiente es inteligente y dotado de voluntad. [...] El mal existe en los seres. [...] La infinidad implica omnímoda simplicidad». (Juan Duns Escoto: Tratado acerca del Primer Principio, edición bilingüe, BAC, Madrid, 1989, extracto del capítulo IV).

Juan Duns Scoto (1265-1308) [Apéndice al Tratado sobre el Primer Principio: Lectura: El cielo tiene una doble causa motora]:

«[...] Si el Filósofo afirma que el primer motor actúa por necesidad, no puede afirmar al mismo tiempo que mueve algo inmediatamente sino mediante alguna causa finita, que puede mover en tiempo. Con ello concuerda Averroes en el comentario sobre el libro XII de la Metafísica, donde dice que el cielo tiene una doble causa motora: una que existe aparte y garantiza la perpetuidad del movimiento, y otra que recibe su poder de aquella y unida a ella hace que el cielo se mueva en tiempo.». (Juan Duns Escoto: Apéndice al Tratado acerca del Primer Principio, edición bilingüe, BAC, Madrid, 1989, pág. 223).

 

Puede consultarse otros autores en páginas de la Red, como por ejemplo:

Victoria Camps (Universidad Autónoma de Barcelona): ha escrito un artículo titulado: «Utilidad de la filosofía»:

 

https://www.ulpgc.es/descargadirecta.php?codigo_archivo=50750

 

 

 RECOMIENDO ALGUNAS PÁGINAS:

 

 

PÁGINAS WEB DE FILÓSOFOS:

 

 http://www.fgbueno.es/

 

http://es.wikipedia.org/wiki/Gustavo_Bueno

 

http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Ortega_y_Gasset

 

http://www.joseantoniomarina.net/

 

http://es.wikipedia.org/wiki/Fernando_Savater

 

http://www.victorgomezpin.net/

 

http://labalsadepiedra.org/autores/pablo-huerga-melcon/

 

http://www.helicon.es/pen/7848529.htm  [David Alvargonzález]

 

http://es.wikipedia.org/wiki/Adela_Cortina

 

http://es.wikipedia.org/wiki/Victoria_Camps

 

http://es.wikipedia.org/wiki/Amelia_Valc%C3%A1rcel

 

http://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Zambrano

 

http://es.wikipedia.org/wiki/Xavier_Zubiri

 

 

BLOGS DE PROFESORES DE FILOSOFÍA:

 

 http://blog.educastur.es/safsociedaddefilosofia/

 

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http://profeblog.es/blog/fgarcia/

 

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http://www.elprofesordefilosofia.blogspot.com.es/

 

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REVISTAS DE FILOSOFÍA ( INICIACIÓN):

 

 http://www.monografias.com/Filosofia/index.shtml

 

http://www.filosofia.net/materiales/

 

http://www.lacavernadeplaton.com/

 

 

 

REVISTAS DE FILOSOFÍA ESPECIALIZADAS Y CENTROS DE DOCUMENTACIÓN:

 

 http://www.filosofia.org/pcero.htm

 

http://www.revistadefilosofia.com/

 

http://www.nodulo.org/ec/

 

http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/arete

 

http://www.sorites.org/

 

http://alea-blog.blogspot.de/p/alea.html

 

http://acheronta.org/

 

http://www.ub.edu/nietzsche/re1.htm

 

http://www.argumentos.us.es/

 

http://www.filosofia.org/bol/soc/bs011.htm

 

http://www.e-torredebabel.com/Filosofia/DialogoFilosofico/DialogoFilosoficoPresentacion.htm

 

http://pendientedemigracion.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/index_b.html

 

http://www.observacionesfilosoficas.net/

 

http://www.unioviedo.es/Teorema/Spanish/index.html

 

 

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