Jovellanos. Frases escogidas

 

«El bien general es la suprema razón de los gobiernos» (JOVELLANOS:«Informe sobre la extracción de aceites a reinos extranjeros», 1774. X, 402)

 

«Es una máxima de economía pública que tanto se cultiva cuanto se consume» (JOVELLANOS: «Informe sobre la extracción de aceites a reinos extranjeros», 1774. X, 402)

 

«El consumo es la medida del valor de lo que se produce» (JOVELLANOS: «Informe sobre la extracción de aceites a reinos extranjeros», 1774. X, 404)

 

«El Gobierno debe desterrar de los establecimientos políticos hasta la sombra de la iniquidad» (JOVELLANOS: «Informe sobre la fundación de un Montepío en Sevilla» [en BAE, figura: «Informe sobre la fundación de un Montepío en Sevilla»], BAE, II, págs. 7-10; pág. 9b)

 

 «Es un axioma en materia de economía que la población de un país crece en razón de sus producciones.»

«Es otro axioma en materia de economía que el consumidor no sólo paga el precio intrínseco de las cosas naturales e industriales que compra, sino también todos los costos.»

«Es también un axioma que las producciones de un país no pueden crecer sino hasta el punto donde llegue su consumo; porque, ¿quién será el que cultive un fruto que no pueda venderse?» (JOVELLANOS: «Discurso económico sobre los medios de promover la felicidad de Asturias dirigido a su Real Sociedad por Don Gaspar Melchor de Jovellanos», 1781, X, 267-304).

 

«El aumento de dinero en la circulación influirá en la estimación y comercio de las cosas comerciables» (JOVELLANOS: «Dictamen de Jovellanos sobre el proyecto de un banco nacional presentado por el conde de Cabarrús el año de 1782», Madrid, 14 de marzo de 1782. Obras completas, X, 854-859).

 

«Los mayorazgos y los monasterios e iglesias son casi los únicos propietarios de Asturias. El primer inconveniente que resulta de aquí es la falta de circulación en las tierras, sin la cual no florcerá jamás su cultivo en ninguna provincia.» (JOVELLANOS: «Carta sobre la agricultura y propiedades de Asturias», en «Cartas del Viaje de Asturias (Cartas a Ponz)», Obras completas, IX.págs. 73-86.)

 

 

«La industria es natural al hombre y apenas necesita otro estímulo de parte del Gobierno que la libertad de crecer y prosperar: déme usted esta libertad y crecerá la industria hasta lo posible. Pero la ilustración fijará siempre la medida de esta posibilidad». (JOVELLANOS: «Carta sobre la industria de Asturias», en «Cartas del Viaje de Asturias (Cartas a Ponz)», Obras completas, IX,pág 92)

 

«Bien sé que la ilustración por sí sola no puede hacerlo todo; pero ella atraerá capitales, arrancará auxilios al Gobierno y forzará, por decirlo así, a toda la provincia a que se convierta a este primer manantial de la prosperidad.» (JOVELLANOS: «Carta sobre la industria de Asturias», en «Cartas del Viaje de Asturias (Cartas a Ponz)», Obras completas, IX. pág. 93.)

 

«La razón pedía que abandonasen su clase [noble] y que, sacrificando la vanidad de la hidalguía a los derechos de la humanidad, buscasen cualquier medio honrado de mantener su familia, aunque fuese incompatible con la conservación de la nobleza. En efecto, su propia conservación, la de su esposa y la de sus hijos, son obligaciones demasiado sagradas para no merecer el sacrificio de un título que al cabo no es otra cosa que una distinción accidental. Así lo hacen no pocos nobles en las provincias septentrionales de España, y estos ejemplos, admirables a los ojos de la filosofía, son ciertamente dignos de la aprobación universal.» (JOVELLANOS: «Memoria sobre el establecimiento del montepío de hidalgos», Obras completas, X, pág. 609.)

 

«Los montepíos de artesanos servirán siempre al fomento de la aplicación, los de nobles al de la pereza; aquéllos animarán la industria, éstos la ociosidad; unos aumentarán el número de los vecinos úitles, otros el de los perjudiciales; y finalmente, unos serán dignos de la vigilancia y otros de la aversión del Gobierno.» (JOVELLANOS: «Memoria sobre el establecimiento del montepío de hidalgos», Obras completas, X, pág. 610.)

 

 «La primera calidad de la ley es la necesidad» (JOVELLANOS: «Informe a la Junta General de Comercio y Moneda sobre la libertad de las artes», Obras, X, pág. 512)

 

«La necesidad es casi siempre el nivel de la conducta de los hombres» (JOVELLANOS: «Informe a la Junta General de Comercio y Moneda sobre la libertad de las artes», Obras, X, pág. 513)

 

«El hombre debe vivir de los productos de su trabajo. […]

De este principio se deriva el derecho que tiene todo hombre a trabajar para vivir; derecho absoluto, que abraza todas las ocupaciones útiles y tiene tanta extensión como el de vivir y conservarse.

Por consiguiente, poner límites a este derecho es defraudar la propiedad más sagrada del hombre, la más inherente a su ser, la más necesaria para su conservación.» (JOVELLANOS: «Informe a la Junta General de Comercio y Moneda sobre la libertad de las artes», Obras, X, pág. 516)

 

«Al lado de algunos buenos oficiales, se ven en la misma Corte insignes chapuceros autorizados con el título de maestros y situados en tienda pública.» (JOVELLANOS: «Informe a la Junta General de Comercio y Moneda sobre la libertad de las artes», Obras, X, pág. 524)

 

«Echemos la culpa, más que a otra causa, al espíritu de persecución, que cuando trata de desacreditar a los hombres de mérito, suele asestar contra los establecimientos los golpes que quiere descargar sobre los autores.» (JOVELLANOS: «Informe a la Junta General de Comercio y Moneda sobre la libertad de las artes», Obras, X, pág. 526)

 

«La igualdad, que es el primer objeto recomendado por la justicia, se debe buscar en dos puntos: 1º, que todos contribuyan sin ninguna excepción como está declarado en las leyes alfonsinas y en las Cortes de Guadalajara, y como dictan la equidad y la razón, puesto que tratándose del bien general, ninguna clase, ningún individuo podrá eximirse con justicia de concurrir a él; 2º, que todos contribuyan con proporción a sus facultades, porque no se puede ni debe esperar tanto del pobre como del rico, y si la utilidad de tales obras es de influencia general y extensiva a todas las clases, está claro que aquellos individuos reportarán utilidad mayor que gozan de mayor fortuna, y que deben contribuir conforme a ella.» (JOVELLANOS: «Informe de Ley Agraria», Obras, X, 420, págs. 818-819).

 

«Todo está enlazado en la política como en la naturaleza, y una sola ley, una providencia mal a propósito dictada, o imprudentemente sostenida, puede arruinar una nación entera, así como una chispa encendida en las entrañas de la tierra produce la convulsión y horrendo estremecimiento que trastornan una inmensa porción de su superficie.» (JOVELLANOS: «Informe de Ley Agraria», Obras, X, 432, pág. 823).

 

«Sean las que quieran las ideas de los hombres acerca de la moral, es innegable su influjo en la prosperidad de los Estados. […] ¿De qué servirán las leyes sin costumbres, sin ideas ni sentimientos morales? Pero ¿acaso la moral depende de la instrucción? Sin duda. No hay moral sin principios, ni principios sin alguna especie de instrucción.» (JOVELLANOS: «Introducción a un discurso sobre la economía civil y la instrucción pública», Obras, X, pág. 893).

 

«Bien sé que una secta, demasiado numerosa y válida, pretende levantar sobre el interés todos los cimientos de la moral, y que, invirtiendo una sentencia figurada de Horacio —quaeque ipsa utilitas justi est mater et aequi [la utilidad, cualquiera que sea, es el fundamento de la justicia y de la equidad], en que sólo quiso decir que no había verdadero interés ni estimable utilidad donde faltaba la equidad y la justicia—, pretenden que no hay justicia ni equidad que no se derive del interés.» (JOVELLANOS: «Introducción a un discurso sobre la economía civil y la instrucción pública», Obras, X, pág. 893).

 

«Una preocupación harto común, y aun se puede decir harto funesta, ha hecho distinguir el corazón del espíritu humano, suponiendo que en aquél residen los sentimientos y en este las ideas, como si la residencia de unos y otros fuesen diferentes. Pero ¿no es en el alma humana donde residen unos y otros? ¿No le pertenece a ella la facultad de sentir, tan bien, tan esencialmente como la de pensar? ¿Qué digo? ¿Puede dudarse que el alma piensa porque siente y que, si el sentir y el pensar no son una misma cosa, es preciso decir que primero siente que piensa? Y sin ahondar mucho esta cuestión metafísica, ¿se podrán separar las ideas de los sentimientos? ¿O se podrá concebir un sentimiento moral que no suponga la coexistencia de una idea moral?» (JOVELLANOS: «Introducción a un discurso sobre la economía civil y la instrucción pública», Obras, X, pág. 899).

 

«Luego si la instrucción puede perfeccionar, como se ha probado, las ideas y los sentimientos humanos, podrá también perfeccionar la humana voluntad. Ella no será menos libre, pero será más ilustrada.» (JOVELLANOS: «Introducción a un discurso sobre la economía civil y la instrucción pública», Obras, X, pág. 900).

 

«La libertad de opinar, escribir e imprimir se debe mirar como absolutamente necesaria para el progreso de las ciencias y para la instrucción de las naciones» (JOVELLANOS: «Bases para la formación de un plan general de instrucción pública», BAE, I, pág. 275).

 

«El hombre vale lo que sabe; pero no vale más el que sabe más, sino el que sabe mejor. Aquel podrá tener mayor número de ideas; pero este le tendrá mayor de ideas buenas, y estas valen más que aquellas. Por esto se dijo que hay burros cargados de letras. La bondad de las ideas tiene dos solas medidas: primera, la verdad; segunda, la utilidad. Esta medida en las ciencias sagradas es una sola, porque en ellas lo que no es verdad es peor que nada, y nada es lo que no es útil.» (JOVELLANOS: «Instrucción dada a un joven teólogo al salir de la Universidad, sobre el método que debía observar para perfeccionarse en el estudio de esta ciencia», BAE, I, pág. 277).

 

«En todas partes el amor propio es el patrimonio del hombre, en todas partes aspira a distinguirse y singularizarse. He aquí el verdadero origen del lujo.

Sin duda que la riqueza le fomenta; pero ¿cómo? Donde las leyes autorizan la desigualdad de las fortunas; cuando la mala distribución de las riquezas pone la opulencia en pocos, la suficiencia en muchos y la indigencia en el mayor número, entonces es cuando un lujo escandaloso devora las clases pudientes, y cuando, difundiendo su infección, las contagia, y aunque menos visible, las enflaquece y arruina.» (JOVELLANOS: «Memoria sobre la educación pública o sea tratado teórico-práctico de enseñanza con aplicación a las escuelas y colegios de niños», BAE, I, pág. 232).

 

«La instrucción que trastorna los principios más ciertos, la que desconoce todas las verdades más santas, la que sostiene y propaga los errores más funestos, esa es la que alucina, extravía y corrompe los pueblos. Pero a esta no llamaré yo instrucción sino delirio. La buena y sólida instrucción es su antídoto; y esta sola es capaz de resistir su contagio y oponer un dique a sus estragos; esta sola debe reparar lo que aquella destruye, y esta sola es el único recurso que puede salvar de la muerte y desolación los pueblos contagiados por aquella. La ignorancia los hará su víctima, la buena instrucción los salvará tarde o temprano; porque el dominio del error no puede ser estable ni duradero; pero el imperio de la verdad será eterno como ella.» (JOVELLANOS: «Memoria sobre la educación pública o sea tratado teórico-práctico de enseñanza con aplicación a las escuelas y colegios de niños», BAE, I, pág. 232).

 

«[…] son muchos (y con estos hablaremos ahora) los que no miran la instrucción como perteneciente a la educación; que llaman bien educado, no al joven que ha adquirido conocimientos útiles, sino al que se ha instruido en las fórmulas del trato social y en las reglas de lo que llaman buena crianza, y tachan de mal educado a todo el que no las observa, por más que esté adornado de mucha y buena instrucción. Sin duda que estas reglas y estas fórmulas pertenecen a la educación; pero ¡pobre país el que las cifrare en ellas! Hombres inútiles y livianos devorarán su sustancia. La urbanidad es un bello barniz de la insrucción y su mejor ornamento; pero sin la instrucción es nada, es sólo apariencia. La urbanidad dora la estatua, la educación la forma.» (JOVELLANOS: «Memoria sobre la educación pública o sea tratado teórico-práctico de enseñanza con aplicación a las escuelas y colegios de niños», BAE, I, pág. 232).

 

«Diráse que la necesidad de la educación es siempre mayor respecto de las familias pudientes, porque las que no lo son, destinadas a las artes prácticas, no aspiran a ninguna especie de instrucción teórica, o poque la instrucción se deriva siempre y difunde desde las clases altas a las medianas e ínfimas. Todo esto es cierto; pero un establecimiento limitado las excluye a todas; y todas tienen derecho a ser instruidas. Le tienen, porque la instrucción es para todas un medio de adelantamiento, de perfección y de felicidad; y le tienen, porque si la prosperidad del cuerpo social está siempre, como hemos probado, en razón de la instrucción de sus miembros, la deuda de la sociedad hacia ellos será igual para todas y se extenderá a la universalidad de sus individuos. Aun se puede decir que esta deuda crece en razón inversa de las facultades de las familias, pues que al fin, sobre poseer siempre mayor grado de instrucción las que son ricas, tienen en sí mismas los medios de adquirir la que les faltare, dotando ayos y maestros, y empleando los arbitrios y recursos necesarios para ello, mientras tanto que los pobres carecen de todo, y sólo los pueden esperar del Gobierno.» (JOVELLANOS: «Memoria sobre la educación pública o sea tratado teórico-práctico de enseñanza con aplicación a las escuelas y colegios de niños», BAE, I, pág. 234).

 

«Mi ánimo es solamente demostrar que [los colegios] son un medio insuficiente para promover la instrucción pública, y que este importante objeto será más bien y completamente alcanzado por medio de una institución en que la enseñanza sea libre, abierta y gratuita.» (JOVELLANOS: «Memoria sobre la educación pública o sea tratado teórico-práctico de enseñanza con aplicación a las escuelas y colegios de niños», BAE, I, pág. 235).

 

SSC

Agosto de 2010