José Antonio Marina investiga en los recovecos del Poder

 

 

 

La pasión del poder. Teoría y práctica de la dominación.

José Antonio Marina

Anagrama, Barcelona, 2008.

 

 

Uno de los constructores de «opinión nacional» más destacados, tertuliano documentado, conferenciante con un gran poder comunicador, divulgador en sus libros de conceptos y temas muy próximos a las urgencias del vivir cotidiano: laberinto sentimental, voluntad perdida, anatomía del miedo, arquitecturas del deseo, inteligencia creadora, inteligencia fracasada, sueños de la razón, lucha por la dignidad, revolución de las mujeres, rompecabezas de la sexualidad, dictamen sobre Dios, aprender a convivir, educación para la ciudadanía... son títulos que han ido configurando su obra. Se trata de José Antonio Marina, que acaba de publicar en diciembre de 2008 «La pasión del poder. Teoría y práctica de la dominación».

 

Sus escritos, por alguna razón, a pesar de ser ensayo (es decir, algo más duro de leer que la ficción o la narrativa), tienen la cualidad de conectar con un gran público. Es, claramente, un autor de éxito. Sus libros parecen reeditarse continuamente. De los treinta y un libros que lleva publicados, creo que esa es la cifra, en alguna librería importante encontramos en el acto entre quince o veinte. Las bibliotecas públicas asturianas, uniendo tres o cuatro, nos ofrecen prácticamente su obra completa.

 

¿Su éxito?: «Todo lo que trato de enseñar se reduce a llamar la atención sobre lo que está a la vista de todos». Trabaja como si fuera un investigador privado para el lector, sobre temas que interesan a todo el mundo pero sobre los que el común no tiene el tiempo suficiente para documentarse (El misterio de la voluntad perdida). La investigación opera en gran medida inductivamente sobre ejemplos (Elogio y refutación del ingenio). Mis fuentes, dice, son las de siempre: la experiencia, la literatura científica, la literatura a secas, y el lenguaje. Levanta mapas de la cultura actual en el trenzado de citas que caracteriza a su escritura, fruto de una investigación minuciosa en los entresijos del saber literario (filosofía incluida) y científico (neurología, psicología cognitiva, sociología, etología...), y trata de alcanzar, desde esta seria investigación, una teoría que dé respuesta a cada uno de los temas que se propone desvelar, en donde las aguas de lo pasional, lo racional y lo político forman corrientes que se funden.

 

En «La pasión del poder» se organizan así las cosas, según creo: hay una clasificación donde se cruzan dos tipologías, por una parte, los tres modos cómo opera el poder: 1) la coacción directa, 2) el poder de cambiar las creencias y 3) la capacidad de cambiar los sentimientos) y, por otra, el triple estrato que diferencia los tipos de poder más representativos: a) el de las relaciones amorosas, b) el de las relaciones económicas y c) el de la vida política. Este entramado queda unido a través de un hilo estructurador  y conductor, el concepto paradójico de «ficción necesaria», que trata de evidenciar en la segunda parte de su libro: lo que conocemos es siempre ficción, pero una diferencia esencial no puede escapársenos: frente a las ficciones arbitrarias, hay «ficciones necesarias», teóricas y corroboradas, si se refieren al conocimiento científico, y prácticas y justificadas, si se refieren a la política o a la ética.

El poder ha de entenderse, según el autor, desde estas líneas de fuerza principales que hemos mencionado (al lado de otras diferencias que se van escandiendo en el flujo de las aplicaciones y los ejemplos),  resultado en el fondo de los mismos componentes sea cual fuere el tipo de poder: o bien coacción directa o bien el cambio, como poder más indirecto, de sentimientos y creencias.

 

En el despliegue histórico de los distintos modos de poder político llama la atención el esfuerzo filosófico y jurídico por su legitimación. José Antonio Marina entiende que todas las estrategias de legitimación, desde el derecho natural al positivismo jurídico, y desde la teología hasta el materialismo racionalista, son ficciones. Lo que se trata es de diferenciar entre las ficciones arbitrarias y las que sean «ficciones necesarias». Es esta tesis, tras un análisis muy relativista y escéptico, la que le sirve para elevarse a una propuesta de carácter ético universal como única posibilidad para superar los conflictos religiosos y políticos, basado en una «ficción necesaria constituyente»: la dignidad humana. ¿¡Dignidad!?: «ficción», sí, pero según el diagnóstico de Marina, también «necesaria».

 

SSC

2 de abril de 2009

 

Publicado en: «Los recovecos del poder. Marina indaga en la teoría y práctica de la dominación». La Nueva España, Suplemento Cultura nº 836, pág. 6,  Oviedo, jueves, 2 de abril de 2009.